domingo, 16 de septiembre de 2012

Prohibicionismo



Prohibir la prostitución 

por Alberto B Ilieff

 Mientras que el abolicionismo busca la desaparición de la prostitución mediante la intervención en las condiciones sociales que propician su aparición, el prohibicionismo apunta al mismo objetivo pero mediante el uso de la represión penal aplicada a través de la acción policial.
En estos casos el bien jurídico que se protege puede ser la seguridad pública, la salud pública, la moral.
En el caso del abolicionismo las personas en prostitución son consideradas víctimas de la explotación sexual de su cuerpo y por esto se busca que se dicten políticas públicas para su inserción social y la recuperación de sus derechos dañados.; la acción penal queda reservada únicamente para quienes inducen, mantienen y se benefician de la prostitución ajena no para las personas sometidas a prostitución. En el sistema prohibicionista las personas en prostitución son consideradas delincuentes por lo que se las reprime penalmente.
El régimen prohibicionista considera la prostitución como tal un "delito" y propone su eliminación.

Las experiencias prohibicionistas han demostrado un resultado negativo porque al no actuar sobre las causas de  la prostitución, esta se sostiene y al ser  convertida en delito se esconde de la vista. La corrupción de los representantes del orden, funcionarios públicos, policías, políticos, jueces, no decrece.  La situación de las mujeres empeora ya que  quedan aún más sometidas bajo el poder de proxenetas y tratantes. Además, cuando se da la intervención policial, son ellas las que terminan multadas y encarceladas y raramente los otros componentes del sistema prostituyente.

A nivel simbólico el prohibicionismo no produce modificaciones, al contrario, refuerza los prejuicios  sobre las personas en situación de prostitución, acerca de su peligrosidad, de su carácter antisocial, de su “maldad” y “vicio”, convirtiéndolas, ahora, en delincuentes.
El resultado de estos prejuicios es hacer recaer toda la responsabilidad sobre la persona en situación de prostitución, de todo cuanto a ella le pasa y de todo lo relacionado con esa actividad, relevando de ella a quienes integran el sistema prostituyente, de esta manera el estigma social se ve reforzado. La práctica indica que por más que también se persiga a proxenetas y rufianes, quienes terminan siendo detenidas y juzgadas son las personas sometidas a la prostitución.


El resultado de la práctica prohibicionista es la discriminación  y exclusión de la persona prostituida lo que implica mayores riesgos para su salud mental y física, provocándole dificultades para una integración en la sociedad y, particularmente, en el acceso a los servicios sanitarios públicos. Si en cualquier sociedad el acceso a los sistemas de salud para la persona en prostitución se ve seriamente comprometido, al ser convertida en delincuente, esto se ve mucho más reducido, quedando expuesta al aislamiento social y a factores de riesgo importantes para su salud. Esto implica también un serio deterioro al dañar las relaciones interpersonales y la posibilidad de acceder al aprendizaje de habilidades sociales y laborales. Desde este punto de vista puede ser considerada como una especie de ciudadanía de categoría inferior.
Este punto es importante dado que los riesgos en la salud de las personas en prostitución son elevados. No solamente implican las posibilidades de infecciones de transmisión sexual, sino la aparición de otras enfermedades y trastornos psíquicos, especialmente en las mujeres. Estos trastornos psicológicos que sufren tienen su origen en el desarrollo de la actividad misma, en la que el cuerpo y su interior están constantemente en juego, además de las agresiones físicas, amenazas y violaciones de que son objeto durante el ejercicio de la actividad, así como del continuo falseamiento de su propia realidad ante la sociedad y muchas veces ante su propia familia.

El sistema prohibicionista teóricamente iguala responsabilidades  y niega las relaciones de poder propias del sistema prostituyente y patriarcal, y al negarlas borra de un plumazo las desigualdades de género y de clase social.
Como la mayoría del derecho penal quienes lo padecen especialmente son las minorías, esto es, las clases sociales sometidas, aquellas que menor poder de defensa tienen y las mujeres.

En general, más allá de su aplicación a este tema específico, el prohibicionismo ha dado muestras de ineficacia, de incapacidad para modificar las situaciones ya dadas como para prevenirlas. Si bien se dice que la presencia de la ley, de por sí, disuadirá, si no hay detrás una fuerte voluntad política para su aplicación y programas aplicados, no solamente escritos, que apunten a las condiciones que originan los hechos, la ley deviene únicamente en represora.

“Implica la sanción y el castigo, tanto para quienes acepten un pago a cambio de sexo como para quienes lo demanden. Penaliza la totalidad del sistema. Lo cierto es que en el marco de la cultura patriarcal la tendencia es a penalizar a las mujeres en situación de prostitución y a absolver, en la mayoría de los casos, a los clientes-prostituyentes.”  “Una perspectiva abolicionista sobre la prostitución y la trata” Campaña Ni una mujer más víctimade las redes de prostitución.

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