sábado, 3 de junio de 2017

¿Trabajo o Esclavitud sexual?

Mujeres en Situación de Prostitución:
¿Trabajo o Esclavitud sexual?1
Por Cecilia Lipszyc

Prostitución y feminismo
La prostitución tiene su base en un sistema cultural sexual que sustenta la demanda del sexo como servicio prestado por un objeto sexual subordinado y dócil, que desaparece en tanto sujeto y cuya propia sexualidad resulta negada.

Arraigadas razones culturales y sexuales que aparecen “naturalizadas”, mujeres y varones (pero sobre todo mujeres y niñas) pertenecientes a los sectores sociales mas vulnerables son la oferta socialmente producida para esta industria2.

Cecilia Lipszyc

El feminismo siempre ha entendido a la institución de la prostitución como una institución fundacional del patriarcado. Es una de las formas mas extremas de la violencia contra las mujeres. Ha escrito, batallado hasta el infinito sobre la cultura que construye un modelo de varón cuya sexualidad es un impulso de enorme potencia que debe ser canalizado, a través de formas que están socialmente legitimadas, toleradas e incluso estimuladas. Esta concepción parte del supuesto erróneo de una “naturaleza intrínseca” de la sexualidad masculina. (Recordemos que la “naturaleza” siempre es una construcción culturalmente mediada y que el feminismo ha deconstruído los escencialismos como categoría de conocimiento).

Si esa sexualidad es entendida como irrefrenable, si contradictoriamente tendría -en los patrones culturales hegemónicos- como único cauce el matrimonio monogámico, entonces requiere de la prostitución para la “resolución de esa necesidad”. La prostitución es entonces una institución necesaria para el control social de la sexualidad humana3. Ya lo planteaba San Agustín que sostenía que “la prostitución femenina era necesaria para evitar la lujuria generalizada” y Santo Tomás comparando a “la prostitución con una cloaca cuya supresión podía dar lugar a la contaminación del palacio” Shulamith Firestone4 en la “Dialéctica del sexo” sostiene que las prostitutas pagan con su vida la formación varonil que obliga los varones a escindir lo
emocional de lo sexual5 .

La división entre niñas y mujeres “honestas y deshonestas” encubre la discusión del lugar de éstas en la segmentación social, étnica y en alternativas de historias personales, por lo cual algunas resultan más vulnerables y expuestas a esta demanda.

La violencia sexual ejercida sobre los niños/as: incesto, violación, y abusos sexuales en general, van marcando un camino en la psiquis de los abusados, qué “naturaliza” y se repite en la historia personal y generacional. No todas las personas que han sido violadas o abusadas sexualmente en la niñez ingresan posteriormente en la prostitución, pero en toda vida de prostitución existe una historia de violencia sexual en la niñez (personal o familiar). Con el agravante de que esas acciones son llevadas a cabo por familiares directos de las víctimas, ejerciendo el poder que implica relaciones tan asimétricas como son las de padres o familiares adultos respecto de los niños/as.

Kate Millet en su clásico libro “Política Sexual”6 sostenía que la situación de las mujeres en prostitución -el objetivo de su actividad sexual no radica en su propio placer- no hace otra cosa que exagerar “la paradójica situación sexual de las mujeres en el patriarcado: convertida en objeto sexual , no puede gozar de esa sexualidad, que parece ser su único destino, se la alienta a avergonzarse de la sexualidad , a padecer de ella, aun cuando no se le permite elevarse de una existencia casi meramente sexual”. El acto sexual mismo proporciona el reconocimiento del derecho patriarcal.

Quizás sea Kathleen Barry7 en “ La esclavitud sexual de la mujer” y en The prostitutión of Sexuality quien haya hecho los mas arduos planteamientos teóricos sociológicos y estadísticos sobre el reclutamiento de niña/os y mujeres en los circuitos de la explotación sexual que ella denomina “esclavitud sexual” , sostiene que la prostitución, lejos de ser una forma de superación de una cosmovisión puritana, es el modelo de sexualidad como destrucción del yo, y un palpable violación a los derechos humanos de las mujeres y niñas/os.

Francoise Collin8 sostiene que el recurso de la prostitución en una de las múltiples formas de violencia contra las mujeres remite a una estructura común en la cual el deseo de uno sólo y un solo deseo es ley sin el deseo del otro, otro deseo que le ponga límites.9
El tema de debate es que partiendo de estos supuestos que ninguna feminista puede desconocer, como se llega al término “trabajadoras sexuales” aún dentro de algunas – hasta ahora minoritarias- corrientes del feminismo. Pero no son minoritarias en los países centrales. En Viena, cuando tuvo lugar la discusión del Protocolo sobre la Trata, fueron principalmente los países occidentales e industrializados – los países de destino de las víctimas de la trata – los que apoyaban las posturas defendidas por las ONG “pro-trabajo sexual10

Angel Soto con una prostituta. Picasso

El debate se generaliza a partir del trabajo de 1998 de Lin Lean Lim de la OIT que plantea que debería considerarse un sector industrial más por el gran cúmulo de dinero que produce. (Me parece una postura un tanto cínica.)11 Creo que la repuesta más contundente la brinda Carole Pateman 12 en su “Contrato sexual”.

El contractualismo (Rousseau, Locke, Hobbes,- recordemos aquello que los hombres nacen libres e iguales para realizar libremente (casualmente, se habían olvidado el tema del poder y de las relaciones asimétricas entre las clases sociales y entre los sexos) entre ellos el contrato social, político.

Pateman sostiene, que “la idea de que las mujeres son individuos dueños de sí mismos es una ficción de la sociedad patriarcal”, cuyo contrato sexual básico, no explícito, es que los varones tienen asegurado el acceso al cuerpo de las mujeres y parte esencial de ese derecho es su demanda de uso de cuerpos de mujeres como mercancía.

Por último siguiendo a Fanon, Foucault y Buordieu y los conceptos de la producción de consenso: el primero sobre lo aprendido por el colonizado que lo lleva a pensar como el colonizador, el segundo sobre los múltiples mecanismos de disciplinamiento en la producción de conocimiento y conductas de una sociedad y el otro en el término de violencia simbólica que retomando a los anteriores sostiene que el dominado no dispone de categorías de pensamiento para pensarse en su relación con el dominador por lo cual los tres autores sostienen que el dominado piensa como el dominador en términos de lo “natural”·

Remarquemos que la naturaleza es siempre pensada culturalmente por los sectores hegemónicos: en el pensamiento ilustrado la naturaleza es el orden que legitima y sanciona a su vez la adecuada distribución de los papeles entre la Naturaleza y la Cultura.
Con estos supuestos teóricos que posibilidad de “libertad” le queda a una mujer para “elegir” ser prostituída?13 Hablar de un contrato sexual como si fuera un contrato laboral es hablar de “ficciones políticas” son meros contratos de esclavitud. Y llamar a estas relaciones “contrato” es legitimar una lógica infame de dominio”14. La relación entre mujeres y varones es una relación asimétrica de dominio y opresión que llega al máximo en la compra sexual de personas en prostitución.

El “trabajo sexual” no es neutro

Creo que el término “trabajo sexual” no es neutro. El lenguaje y su uso, muy estudiado por el feminismo, que niega la supuesta neutralidad del lenguaje, es uno de los mas formidables formadores del pensamiento y la conciencia, es el estructurador básico de nuestra categorías de pensamiento y por lo tanto es un excepcional mecanismo de producción y reproducción simbólica e ideológica.

Las palabras que decimos no son inocentes, tienen detrás propuestas, no sólo jurídicas sino sobre todo políticas, de política sexual.

Sostenemos obviamente que se debe penalizar exclusivamente a quienes las prostituyen, las reclutan, las trafican, ejercen contra ellas alguna otra forma de violencia o promueven la prostitución, ya sean redes o rufianes individuales.

Denominar “trabajo” a esta actividad es legitimar, naturalizar, los fundamentos de los paradigmas patriarcales de opresión que hemos combatido desde la teoría y la praxis, es contradecir los fundamentos mismos del feminismo.

Legitimar, naturalizar la venta de personas para consumo sexual -al igual que fuera una gaseosa- es como el maximum de la cultura individualista del neoliberalismo que denigra a la humanidad. Es una postura que, con la excusa de no discriminar a las mujeres en situación de prostitución, esconde y legitima el tráfico, la trata y el proxenetismo.
Me parece un deslizamiento teórico -en el mejor de los casos- que la cosificación a la que son reducidas las personas en situación de prostitución en esta sociedad de consumo “del toco y me voy”, que impide relaciones humanas solidarias y comprometidas sean redefinidas como “trabajadoras sexuales”. No es la fuerza de trabajo lo que se vende en el mercado son las personas.
Por otra parte, considero que la utilización del lema “trabajo sexual” para referirse a la situación de prostitución constituye un eufemismo y amerita algunas observaciones. En primer lugar, las ilusiones de progresismo de quienes utilizan tal emblema caen en la misma postura -cuando recordamos que la “primera ola” de tal concepción (la prostitución como si fuera un trabajo) en el planteo de las y los moralistas medievales católicos, cuando la iglesia católica regulaba y recaudaba, por lo menos en España, la por entonces denominada mancebía.
La diferencia entre la antigua y la nueva ola estriba en que ya no se trata sólo de instaurar un etiquetamiento estigmatizante para el control de las mujeres, estén o no en situación de prostitución. 

El emblema de “trabajo sexual” opera como coartada frente a la desocupación estructural. Está claro que han conseguido articularse armoniosamente, aspectos de muy diversa índole.

Desde supuestas necesidades privativas del sexo masculino hasta la desesperación de muchas mujeres por satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia. Por esto propongo un cuestionamiento crítico, porque, a mi juicio, se trata de las políticas y de las éticas en juego.15

En segundo lugar, al evitar nombrar a la prostitución se termina logrando invisibilizar sus efectos dañinos16 generándose, al mismo tiempo, las condiciones necesarias para su promoción y expansión. En tercer lugar, acepto que para quienes ya se encuentran en situación de prostitución (o sus familiares) el eufemismo de autodenominarse “trabajadores sexuales” en algún momento hasta puede constituir una válida estrategia defensiva: hay que tener presente que en situación de prostitución la vulnerabilidad de la integridad física y psíquica es la norma.

La confusión también llegó a Naciones Unidas. La Coalición contra el Tráfico de Mujeres y la Red Internacional de Derechos Humanos, tuvo también que oponerse al Informe entregado por la Reportera Especial de Naciones Unidas Sobre Violencia contra las Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo OIT, y el Alto Comisario para los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

La Red Internacional de ONG por la defensa de los Derechos Humanos sostuvo una posición contraria en Viena a la postura de la Reportera Especial y el Alto Comisario para los Derechos Humanos.

En su declaración de 20 de mayo de 2000, la Reportera Especial Sobre Violencia Contra las Mujeres, expresó que los términos “víctimas” y “explotación de la prostitución” no debían aparecer en el Protocolo. Ella se preguntaba si “todas las víctimas de la industria del sexo” eran objeto de “explotación sexual” o si solamente era necesario condenar en el trabajo sexual, “las condiciones de explotación similares a la Pero el Informe del Grupo de Trabajo sobre las Formas Contemporáneas de Esclavitud que fue presentado a la Subcomisión para la Promoción y la Protección de los Derechos Humanos el 15 de agosto de 2000 instaba al Comité Especial de Viena para la Elaboración de un nuevo Protocolo sobre la Trata de Personas a que “la aplicación de la definición de trata no se viera limitada a la fuerza o a la coacción, sino que comprendiera todas las formas de trata, que exista o no consentimiento por parte de la víctima”.

El Grupo de Trabajo constataba con inquietud que, en su informe más reciente (E/CN.4/2000/68, par. 13), la Reportera Especial sobre la Violencia Contra las Mujeres hubiera propuesto una definición de “trata” que era incompatible con los principios de la Convención de 1949.17

Este nuevo Protocolo y la definición firme y pertinente que contiene sobre la trata, constituye un paso decisivo y fundamental en toda la regulación de los Derechos Humanos de las Mujeres del Siglo XXI.

Hace fracasar las tentativas de los grupos de presión pro-industria del sexo que han trabajado por excluir toda mención de la prostitución en las nuevas legislaciones sobre la trata.

Sitúa a la Convención sobre la Delincuencia Transnacional Organizada de Naciones Unidas dentro del cuerpo de instrumentos internacionales sobre derechos humanos, en particular con la Convención de 1949 y el artículo 6 de la CEDAW”.

Insistimos en que se debe continuar con la sanción legal y social contra los prostituyentes como principio imprescindible e incuestionable, ya sean éstos explotadores o clientes.

Ello implica poner en cuestión toda una cultura sexual que construye la sexualidad masculina como un impulso irrefrenable -socialmente legitimado que requiere de la prostitución como puntal del orden social y sexual. Un ejemplo al respecto es Suecia que (1999) prohíbe en su nueva ley de violencia contra las mujeres la compra de servicios sexuales dado que considera que pagar por sexo no es derecho de los hombres.18


Notas

1 Se sigue lo planteado en el artículo mío publicado por CLADEM en “Prostitución ¿Trabajo o Explotación Sexual? Lima 2003
2 Cecilia Lipszyc. Artículo publicado en el diario Clarín. Noviembre de 2000.
3 La periodista argentina María Moreno en su artículo “ El trabajo sexual “ cita el testimonio de un entrevistado del oficio sobre los prostituyentes: prefieren la práctica de la prostitución porque la mujer le causa angustia, miedo, es muy compleja para ser tratada en relaciones mas duraderas. Citada por Edith Costa. Leyendo a Carole Pateman. En BRUJAS. Año 18 .N2 26. Argentina.
4 “La Dialéctica del Sexo”.Ed. Kairós.Barcelona 1976
5 Seguimos el artículo de Marta Vasallo. Feminaria Año X, Nº 22/23. Buenos Aires Julio de 1999. Dossier sobre prostitución
6“Política Sexual” .Ed. Cátedra- Madrid 1995
7 La esclavitud sexual de ls mujeres”Ed. L Sal. Barcelona 1979. y The Prostitution of Sexuality”Ed. Univ. Press.New York 1995
8 “La sexualité, un droit de l´homme?
9 Marta vasallo Feminaria . Año X, Nº 22/23. Buenos Aires Julio de 1999. Dossier sobre prostitución
10 Entre estos países cabe citar Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, España, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda, Países Bajos, El Reino Unido, Suiza y Tailandia Sobre este último recomendamos el libro “ La Nueva Esclavitud en la Economía Global de Kevin Bales. Siglo XXI). Las razones invocadas eran de diferente índole. Desde el principio, Estados Unidos argumentó que los términos “incitación” y “que la persona consienta o no” eran vagos y confusos y que planteaban problemas a la hora de la ratificación( siendo EEUU uno de los países que nunca ratifican los tratados internacionales)
11 Lin Lean Lim: The Sex Sector, ILO, Suiza, 1998
12 Carole Pateman. “EL contato sexual”. Ed. Anthropos Barcelona 1995
13 Sartre sostenía que la libertad es lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros
14 Edith Costa . Leyendo a Carole Pateman. En BRUJAS. Año 18 .N2 26. Argentina.
15 citado idem
16 El psiquiatra español Francisco Orengo refirió en el Simposio Internacional sobre Prostitución y Tráfico de Mujeres con fines de explotación sexual realizado en Madrid en el 2000, una serie de estudios que coinciden en dar cuenta de los daños sufridos por mujeres en situación de prostitución. Como ejemplo en un estudio sobre 475 mujeres de 5 países, incluido Estados Unidos, el 90 % había experimentado violencia. El 67 % presentaba stress postraumático. El abuso sexual infantil oscilaba entre el 50 y el 90 %, según los estudios considerados. Puntualmente señala, “la incidencia del carcinoma de cuello de útero es mucho más elevada en éste tipo de población”. En resumen su experiencia confirma “los efectos devastadores de la prostitución sobre la salud de las mujeres”. Citado por Leonor Nuñez.
17 A los efectos del Protocolo de la Trata de Personas el consenso en Viena fue : Por “trata de personas” se entenderá la captación, el trasporte, el traslado, la acogida o la recepción, recurriendo a las fuerza o a la coacción o a otras formas de amenaza, al rapto, a la superchería, al engaño, al abuso de autoridad o de la situación de vulnerabilidad de una persona, o recurriendo a la concesión o a la recepción de pagos o beneficios para lograr el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. La explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos; a bis) El consentimiento de la víctima de la trata de personas respecto de la pretendida explotación queque se indica en el apartado a) se considerará irrelevante en el caso de se hayan utilizado cualquiera de los medios enumerados en el apartado a); la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de explotación sexual se considerará “trata de personas” incluso en el caso de que no supongan la utilización de ninguno de los medios enunciados en el apartado a) del presente artículo;
18 Florence Matreynaud “Penalización de los clientes en Suecia” en Mujeres entre la globalización y la guerra santa. Compilación Marta Vasallo. Le Monde Diplomatique. Julio 2003
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Sobre la autora

Cecilia Lipszyc. Socióloga UBA. Estudio de Postgrado en Estudios de la Mujer UBA. Convencional Nacional Constituyente. M/c. Investigadora. Docente de Postgrado de la U.N.L. Presidenta de ADEUEM. (Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer) Consultora y Directora de Proyectos de UNICEF, UNIFEM, Unión Europea. Fue Coordinadora Nacional del Instituto Nacional contra la Discriminación. Directora Regional del proyecto de Naciones Unidas “Feminización de las migraciones en América Latina. Discriminación Xenofobia. Racismo”. Autora de numerosos artículos y libros.
Fallecida en el 2013








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