martes, 30 de enero de 2018

‘De la prostitución se lucra el crimen organizado, no las mujeres’

26 ene 2018 -
 ‘De la prostitución se lucra el crimen organizado, no las mujeres’

Todo indica que la firma del acuerdo de paz ha disparado el “turismo sexual” de extranjeros. El embajador sueco contra la trata de personas y prostitución, Per-Anders Sunesson, hace un llamado para que entendamos qué hay detrás de la prostitución: crimen organizado, violencia y pobreza de miles de mujeres y niñas.
Natalia Herrera Durán - @Natal1aH

En Bogotá, según cifras del Distrito, entre el 90 y 96 por ciento de las mujeres en situación de prostitución entraron al "negocio " a los 14 años y tienen muy baja escolaridad.
Reglamentar la esclavitud. Decir, por ejemplo, en adelante los hombres y mujeres de “raza” negra, mayores de 22 años, pueden ser sometidos a un trabajo que los expone a enfermedades y puede incluir golpes, escupitajos, burlas y menosprecio, durante 10 horas diarias, cinco días a la semana, por una remuneración económica y algunas prestaciones sociales. No tiene sentido, ¿no?

Nadie pensaría hoy que la esclavitud de personas con piel oscura debe ser reglamentada, pese a que el racismo siga presente en el mundo e incluso haya un presidente como Donald Trump que, hablando de políticas migratorias, se pregunte: "¿Por qué viene toda esta gente de países de mierda (shithole countries) aquí?". Esa esclavitud, como institución humana, buscó acabarse no reglamentarse. No ha pasado lo mismo con “el oficio más antiguo del mundo”. La prostitución, en cambio, ha buscado reglamentarse con el apoyo de algunos sectores poderosos, aunque mayoritariamente se realice con el cuerpo de mujeres sin recursos y sin oportunidades, expuestas a múltiples violencias y entornos de crimen. La trata de personas es una de las formas más graves de crimen organizado y una forma de esclavitud moderna.

En Colombia, la prostitución no es un delito, aunque sí lo es el proxenetismo. Solo en Bogotá, según cifras de la Secretaría de Integración Social, se calcula que hay alrededor de 30.000 personas en situación de prostitución. Entre el 90 y 96 por ciento son mujeres y niñas que entraron al "negocio" a los 14 años y tienen muy baja escolaridad. El 90 por ciento de ellas viene de otras regiones. El 90 por ciento de ellas tiene un proxeneta que se lucra de su cuerpo. Entre el 85 y 95 por ciento fueron abusadas sexualmente en la infancia o en la adolescencia. El 70 por ciento ha sido atacada físicamente (entiéndase mutilada, lacerada y golpeada por "clientes") y el 50% son asesinadas entre los 20 y 40 años, es decir, en los años más activos para "ejercer" la prostitución.

Suecia y otros países como Canadá, Noruega, Irlanda, Irlanda del Norte, Islandia y Francia lo han entendido. Y han buscado en sus legislaciones adoptar un modelo que criminaliza a quien compra sexo y a quien se enriquece con el cuerpo de alguien más. A la persona que vende su cuerpo no se criminaliza, pero el Estado le ofrece alternativas educativas, psicológicas y laborales si quiere salir de esta situación.

En esta entrevista, el embajador sueco contra la trata de personas y prostitución, Per-Anders Sunesson, de visita en Colombia, explica el impacto de la ley que defiende y cuáles son sus poderosas razones para estar de acuerdo con la abolición del “oficio más antiguo del mundo”. 


Per-Anders Sunesson




 ¿Cómo es el modelo sueco que abolió la prostitución hace 14 años?

En 1999 en Suecia se decidió que no queríamos más prostitución porque vimos el daño que le hizo a la sociedad. Inicialmente, se pensó que se debía criminalizar tanto al comprador como al vendedor de servicios, pero cuando hablamos del vendedor estábamos hablando de las mujeres que ya eran víctimas de muchísima violencia, así que pensamos que no se podía criminalizar más a estas mujeres. Por eso se decidió solo criminalizar al cliente y a los proxenetas que se lucran con los cuerpos de ellas, y ofrecer salidas educativas y psicológicas, así como acompañamiento a estas mujeres para que dejen la prostitución.

¿Qué resultados han medido de esta política en un poco más de una década?

La prostitución se redujo a la mitad y no se volvió más clandestina, como se temió. Desde entonces ha decrecido. Pero tal vez el efecto más importante de la ley es que cambió totalmente la visión de la gente y hoy muy pocos hombres están interesados en comprar servicios sexuales. Yo tengo 54 años y creo que todavía algunos de mi generación están en contra, pero puedo ver la generación de mi hijo, que tiene 26 años, y ellos tienen claro que no está bien porque además están convencidos de la necesidad de igualdad de género. La demanda en el país de servicios sexuales es baja y por tanto la explotación sexual es baja. Por eso podemos decir que no tenemos crimen organizado involucrado en estas actividades. 

¿Qué países se han sumado a este modelo?

Suecia en 1999; Noruega, luego Irlanda del Norte, Canadá, Islandia. Hace seis meses Irlanda; hace dos años se adoptó en Francia. En España y Grecia se está debatiendo la ley.

Al tiempo de que ustedes buscaban la abolición de la prostitución, otros países la legalizaron, ¿qué impacto ha tenido esa política?

Conozco de cerca el caso de Alemania, país vecino de Suecia. Hoy tiene unas 400 mil mujeres en prostitución, pero el 98% de ellas no son alemanas. Son mujeres que vienen de países con bajos ingresos como Rumania o Nepal. Ellas son las que trabajan en los burdeles alemanes.

¿Qué impacto tiene legalizar la prostitución?

Desde que la sociedad legalizó esta situación y con eso dijo “está bien comprar bienes sexuales” se ha incrementado la demanda. De hecho, hay un prostíbulo enorme, de seis pisos. En el primer piso hay un restaurante, en el segundo se venden servicios sexuales con mujeres asiáticas, en el tercer piso con mujeres negras, en el cuarto nivel con mujeres de medio oriente, etc. Como ahora hay una gran disponibilidad de mujeres gracias a la migración en Europa ofrecen tarifas básicas, promociones, por todo el sexo que se quiera, 24 horas. La demanda es muy alta en Alemania y por eso requieren tantas mujeres de otros países. Interpol y otras agencias de seguridad saben que los países que legalizan la prostitución tienen graves problemas con el crimen organizado y redes de tratas de personas. Por eso es interesante comparar estos resultados.

¿Qué piensa sobre que en Colombia se ha disparado el turismo sexual de extranjeros, luego de la firma del acuerdo de paz?

Estoy seguro de que esto va a pasar a una gran escala si además legalizan o “reglamentan” la prostitución. Recientemente he tenido la misma conversación con el gobierno cubano, que abrió su isla al turismo y siguen preguntándose si quieren ser un país de turismo sexual o no. Tal vez esto traiga dinero, pero ¿eso es lo que realmente quieren? Que las mujeres sean víctimas de hombres extranjeros que vengan a buscar sus “servicios”.
 
Waiting. Niria Fortuny
¿Qué pasa con los suecos que viajan buscando “servicios sexuales” que no encuentran en su país?

De hecho, en Suecia hemos buscado criminalizar también a los suecos que van a otros países a comprar servicios sexuales y creo que es importante que se sepa que estamos preparando una ley para sancionar a estas personas. Incluso así hayan viajado a países donde esto sea legal o autorizado.

¿Es usted feminista?

Sí, soy feminista y represento también el primer gobierno feminista de Suecia, que es el actual. Se trata de una transformación por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Cuando se debatió la ley que abolía la prostitución como institución el entorno era muy machista. Pero el Gobierno mandó una señal muy fuerte al decir que no estaba bien aprovechar el hecho de tener dinero para contratar servicios sexuales y el clima fue cambiando.

Pero los cambios sociales no solo necesitan de leyes para ser reales…

Claro, una ley no es suficiente, fue necesario pedir, por ejemplo, que personas con mucho capital social, como artistas o deportistas famosos, entendieran y dijeran en campañas publicitarias que no estaba bien comprar sexo. Se trató también de sensibilizar y educar en los colegios en otra idea de masculinidad, en prohibir la publicidad sexista, por ejemplo.

¿Cree que quienes compran sexo necesitan ayuda?

Al entrevistar a quienes compran servicios sexuales se puede ver que tienen una percepción extraña de esto. Muchos de ellos creen que les hacen un favor a estas mujeres y que es su derecho como hombres. Así que creo que hay que tratar de hablar con ellos para aterrizar el tema.

La poderosa industria del sexo ha buscado en Colombia y en el mundo hacer lobby alrededor de que se reglamente la prostitución y no se busque acabarse ¿qué piensa de eso?

Sí, es claro que hay mucho dinero en la industria, ganan cerca de 3.000 dólares americanos por segundo. Hay por lo tanto fuerzas económicas considerables que no quieren que se reduzca la demanda de pornografía o prostitución porque están ganando mucho dinero por ello.  En realidad, se pagan los mejores lobistas, que defienden y financian la idea de la legalización de la prostitución, pero sabiendo lo que esto le hace a la sociedad y a quienes ponen sus cuerpos para esto. Me cuesta entender cómo los países se dejan convencer por estos lobistas. Hay que ver las fuerzas detrás. No son las mujeres quienes se están lucrando.

¿Es cierto que la prohibición de la prostitución en Suecia elevó el consumo de pornografía?

No tenemos ningún indicador o investigación que muestre una conexión clara entre la prohibición y el aumento de consumo de pornografía. Lo que sí hemos documentado es que la pornografía ha cambiado mucho en los últimos cinco años. Hoy es mucho más violenta, incluye golpes, escupitajos, y humillaciones.
 
Foto: Salvador Batalla


¿Cree que el debate debe dirigirse también a abolir la pornografía?

Pues, sabiendo que muchas de las mujeres que aparecen en pornografía están en situación de prostitución, yo creo que efectivamente se debería considerar la prohibición de la pornografía. Y así lo haremos muy pronto en Suecia.

Fuente
https://colombia2020.elespectador.com/pais/de-la-prostitucion-se-lucra-el-crimen-organizado-no-las-mujeres






martes, 23 de enero de 2018

¿Cuándo soy, entonces, un machista de izquierda?

 Este listado contiene pensamientos y actitudes de machismo de izquierda. Algunas mías; y otras que he visto en distintas personas.


 ¿Cuándo soy, entonces, un machista de izquierda?



Cuando siempre tengo preparado el término “burgués”, “pequeñoburgués”, “liberal” y “posmoderno”
para descalificar al feminismo que me incomode, corresponda o no la caracterización.

Cuando coincido con la gente de derecha en preguntar “¿por qué feminismo y no igualismo?”, lo cual indica que ni siquiera me importa el tema para hacer una búsqueda en google pero me siento amenazado o desplazado por un movimiento que pregona la libertad y el poder para las mujeres.


Cuando minimizo o rechazo las luchas feministas diciendo “el verdadero problema es el capitalismo” (y de esa manera demuestro mi ignorancia sobre cómo se articulan capitalismo y patriarcado y sobre la influencia reaccionaria que tiene el machismo sobre la clase trabajadora).

Cuando coincido con la derecha en naturalizar la heteronormatividad y los roles de género.

Cuando no puedo dejar pasar la ocasión de decir “el verdadero problema es de clase” cada vez que se dice algo desde una perspectiva de género.

Cuando, así como los machistas de derecha quieren negar el patriarcado al buscar ejemplos de mujeres que agreden hombres o falsas denuncias o situaciones donde los hombres sufren más que las mujeres, yo busco situaciones de feminismo burgués o blanco o misándrico para justificar que la izquierda no tiene nada que aprender del feminismo.

Cuando soy muy revolucionario hablando de capitalismo y socialismo pero me convierto en “pragmático y realista” hablando de machismo y feminismo.

 Cuando digo que el socialismo no tiene nada que tomar del feminismo porque “la cuestión de la mujer” ya estaba planteada en algún texto socialista de siglos pasados.
Cuando en vez de escuchar a una compañera para aprender, espero a mi turno para hablar.






Cuando digo que como el socialismo está contra toda opresión no hace falta ser feminista.




 Cuando hago “mansplaining”, o sea explicarle de manera condescendiente a una mujer lo que ella ya sabe (a menudo, interrumpiéndola), asumiendo que sin mi explicación no caza una.






Cuando cometo “gaslighting”, es decir, manipular el sentido de realidad de una mujer, poniendo en duda su memoria, percepción o cordura, porque no dice lo que yo quiero escuchar.

 Cuando solo veo al machismo en sus manifestaciones más visibles y explícitas (feminicidio, trata, violencia doméstica, violaciones, discriminación laboral) y me niego a verlo en sus manifestaciones más sutiles (acoso sexual callejero, inequidad en el reparto de las tareas domésticas, microviolencias, violencia simbólica).

 Cuando denuncio con fuerza los actos de machismo cometidos por burgueses, políticos, figuras públicas y hasta dirigentes de otros partidos pero me hago el distraído sobre el machismo en mi clase social, en mi laburo, en mi organización.

 Cuando solo denuncio el machismo y la homo/transfobia de políticos, empresarios, comunicadores, policías u otros agentes directos de la opresión y nunca interpelo al machismo de los varones de clase obrera en general, ni el de mis compañeros de partido en particular.

 Cuando descalifico las luchas feministas que me molestan apelando al “feminismo de antes” o haciéndome el erudito sobre el “feminismo de la tercera ola”.

 Cuando creo que la solución del machismo pasa únicamente por realizar ciertas reformas institucionales y un poco de “concientización”, y excluyo la revisión de mis privilegios masculinos y mi propia autotransformación.

 Cuando intelectualizo las discusiones desde un lugar de “objetividad científica” como excusa para no empatizar con el punto de vista “demasiado subjetivo” de las víctimas del machismo.
Cuando le doy más valor a mis opiniones sobre el género y la diversidad sexual que a las experiencias de mujeres y gente LGBT.

Cuando la juego de “escéptico” como excusa para no investigar concretamente sobre el tema ya que… ¿quién necesita datos si ya tiene LA teoría revolucionaria? Marx, Lenin, Bakunin, entre otros, ya dijeron todo lo que había para decir sobre la emancipación humana.

Cuando ridiculizo las reivindicaciones feministas/LGTB por “exageradas”, sin hacer el mínimo esfuerzo por ponerme en el lugar de las personas marginadas. Por ejemplo cuando se minimiza el acoso callejero o la falta de libertad de parejas gay a darse muestras de afecto en público porque no son reivindicaciones “obreras”.

Cuando ante un caso de acoso sexual callejero me fijo la clase social de víctima y victimario para decidir si lo repudio o no. Como si el acoso callejero de un obrero a una mujer de “clase media” fuera un episodio más de la lucha de clases y no de la violencia machista…



 Cuando demuestro incomodidad y me pongo hostil ante la crítica radical del machismo, tomándome todo a personal y diciendo cosas como “yo no tengo la culpa de siglos de opresión”.

 Cuando todas mis posiciones sobre el tema están diseñadas para no quedar pegado a la derecha, pero sin que eso implique un compromiso real de mi parte.

 Cuando me creo con el derecho de emitir cualquier opinión ignorante, prejuiciosa, y paranoica sobre temas de sexo-género,  y tomo la actitud de hablar sin estudiar ni investigar ni preguntar lo que se critica.

 Cuando investigo solo lo suficiente para aprenderme algunos términos (como “feminismo de la tercera ola”) y aparentar erudición con el objetivo de conservar mis opiniones previas.

 Cuando señalo el hecho -verdadero- de que hay machistas en las organizaciones de izquierda porque sus miembros también vienen de la sociedad capitalista y patriarcal a la que combaten, pero lo hago para justificar ese machismo en los compañeros y no para arrimar mi hombro a la tarea de desafiarlo y erradicarlo.
Cuando digo “después de la revolución vemos”.

 Cuando ante una expresión de odio y de ira por los asesinatos y el discurso que minimiza la violencia hacia la mujer y la gente LGBT, me pongo desde un lugar progre a dar sermones del tipo “esa no es la manera, hay que educar”. Total, yo no soy quien debe convivir con la impotencia y con la tristeza de pertenecer al grupo vulnerado.

Cuando pongo más énfasis en criticar al feminismo por cómo comunica sus ideas que a la cerrazón mental machista de la mayoría de los varones, producto de privilegios y no solo de “ignorancia”.

 Cuando me enojo con las propuestas de discriminación positiva o cupo para mujeres y gente LGBT y las rechazo con argumentos meritócratas que creo no-burgueses (idoneidad, esfuerzo, lucha).

Cuando, desde mi comodidad como mayoría simbólica, rechazo las medidas de cupo femenino en la política diciendo “que haya más mujeres en la política no va a mejorar la situación de las mujeres trabajadoras”.

Cuando me quejo “me discriminan por ser hombre” porque las mujeres tienen espacios propios donde no se permiten hombres, negándome a entender por qué ni para qué los necesitan. Lo mismo con “me discriminan por ser hétero” en referencia a espacios exclusivamente LGBT.

 Cuando hago ultimátums para optar entre lucha feminista y lucha de clases.

Cuando digo que el estudio de teoría feminista y su aplicación para la transformación personal y de las relaciones sociales son cosas de “clase media acomodada”. Como si el grado de embrutecimiento mental y emocional de la clase obrera fuera un rasgo plebeyo a glorificar por lxs revolucionarixs. Como si la violencia en las relaciones familiares y de pareja sumada a la violencia al distinto nos quitase un montón de energía para la lucha por nuestra liberación.



 Cuando doy rodeos intelectuales con muestras de erudición para esquivar planteos que me interpelan personalmente.
Todo esto no es ningún secreto. Lo han vivido muchas mujeres, gays, y gente trans: no hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda.

Autores
Danilo Castelli
Cronista

Danilo Castelli se define como porteño de nacimiento y carlospacense por elección. Le interesaba resolver problemas mediante lógica, y eso lo llevó a la programación como hobbie, cursar unos años de Ingeniería en Sistemas y dedicarse a la profesión de programar por 15 años. Ver más


http://www.revistaanfibia.com/ensayo/el-machismo-de-izquierda/




No hay que creer lo que dicen los lobbys -la prostitución puede ser abolida y lo será

No hay que creer lo que dicen los lobbys -la prostitución puede ser abolida y lo será



Este post es la traducción libre de ESTE artículo de Julie Bindel, publicado en The Independent.


El modelo Neozelandés de descriminalización ha sido desenmascarado por las abolicionistas, como únicamente beneficioso para proxenetas y puteros. Las organizaciones lideradas por supervivientes del comercio sexual, aseguran que aquellos que dicen la verdad, no los explotadores ni los propagandistas, son los que muestran la prostitución como la violación de derechos humanos que realmente es.


Uno se los mitos más perniciosos sobre el comercio sexual, propagado por el lobby pro-prostitución, es que no puede abolirse. Si me hubieran dado un dólar cada vez que he oído que “la prostitución siempre ha existido y siempre existirá”, las organizaciones feministas nunca más se quedarían sin fondos.

Esta política del pesimismo define el consenso liberal de que la prostitución debe ser regulada en lugar de abolida. Y esta actitud es la antítesis del feminismo. “No decimos, la pobreza siempre existirá, construyamos más albergues”, me dijo una activista superviviente, durante la investigación que hice para mi libro sobre el comercio sexual global. “O, ‘siempre habrá violaciones, así que vamos a centrarnos en aliviar a las víctimas’, pero sí decimos este tipo de cosas sobre la prostitución”.

Las políticas y las creencias del lobby pro-prostitución son las más pesimistas y fatalistas de todos los movimientos que conozco. “Es la profesión más antigua del mundo”, dice el mantra, “la prostitución siempre ha existido y siempre existirá”. O, como dice la académica Catherine Hakim, los hombres quieren más sexo que las mujeres, y por tanto es inevitable que paguen por él.



Algunos activistas por los derechos de las trabajadoras sexuales, aseguran incluso que los hombres tienen que tener sexo cuando lo “necesiten”, o se verán obligados a violar. “La prostitución es el último recurso ante deseos sexuales no satisfechos. Violar sería menos seguro, como que te fuercen a hacer daño a alguien cuando estás tan frustrado que pasas el día masturbándote”, como dijo un putero en una entrevista para saber por qué pagaba por sexo. ¿Hay alguna visión más pesimista que esta sobre los hombres y la sexualidad masculina?.

El movimiento abolicionista es el más optimista de todos. Se atreve a ser idealista. Como dice el brillantísimo Gary Younge, el idealismo es crucial para quienes quieren cambiar el mundo para mejorarlo. Sin idealismo o visiones utópicas, dice Younge, no es posible concebir el tipo de mundo que queremos habitar en el futuro. Yo estoy de acuerdo -un mundo sin prostitución no sólo es posible, es inevitable. Si el feminismo tiene éxito y derroca al patriarcado para dejar sitio a una sociedad verdaderamente igualitaria, la prostitución, un sistema que está supeditado a la opresión y el abuso de las mujeres y las niñas por parte de los hombres; no podría existir.

Los gobiernos que han legalizado el comercio sexual hace mucho que se deshicieron de cualquier visión crítica, pero el movimiento abolicionista se está abriendo paso en un buen número de estos países. Renate van der Zee, una periodista que vive en Holanda, forma parte de la nueva ola de abolicionistas que se niegan a aceptar la expansión de la violación comercial de mujeres en situaciones desesperadas. Antes, Van der Zee estaba convencida de que la legalización era la única opción para controlar el comercio sexual, pero cambió de opinión tras haber investigado la industria.

En 2013 se publicó el libro de Van der Zee, De Waarheid Achter de Wallen (La verdad detrás del Barrio Rojo), y la autora ahora está involucrada en el modesto pero creciente movimiento abolicionista de Holanda. “Hace cinco años habría sido impensable que hubiera un movimiento abolicionista en este país, pero hoy en día está creciendo y va camino de ser muy próspero”, me contaba ella misma.




Alemania, donde el comercio sexual es legal, recientemente ha sido desenmascarado como una cloaca de abuso, gracias a las feministas que se atreven a criticar el proxenetismo de estado.

El año pasado fui a la primera conferencia abolicionista que se celebró en Melbourne, Australia, titulada: “La opresión más antigua del mundo”. Melbourne es una ciudad en la que muchos restaurantes prohíben que se le den al cliente los restos de comida por motivos sanitarios, pero cuyo gobierno defiende los burdeles legales. Entrevisté a un grupo de supervivientes del comercio sexual que están haciendo campaña para derogar la ley, y tuve la oportunidad de estar con las abolicionistas que están haciendo campaña contra la venta legal de mujeres y niñas.

Mientras los activistas por los derechos de las trabajadoras sexuales intentan que veamos a los proxenetas como hombres de negocios, las abolicionistas queremos que pasen a la historia.

Cada vez más países alrededor del mundo están estudiando el modelo abolicionista (antes conocido como modelo nórdico, pero ahora adoptado por otras naciones, incluyendo Francia e Irlanda) como vía para abordar el comercio sexual, en lugar del ya desacreditado modelo de legalización. El modelo de descriminalización de Nueva Zelanda también ha sido desenmascarado por las abolicionistas como únicamente beneficioso para los proxenetas y los puteros. Las organizaciones lideradas por supervivientes del comercio sexual, como Space International, aseguran que aquellos que dicen la verdad, no los explotadores ni los propagandistas, son los que muestran la prostitución como la violación de derechos humanos que realmente es.

Como dijo una vez la gran escritora feminista Andrea Dworkin: “Ciertamente la libertad de las mujeres nos debe parecer más importante que la libertad de los proxenetas”. El crecimiento del movimiento abolicionista asegurará que aquellas que levanten la voz sobre el comercio sexual, serán escuchadas y creídas. La misma tradición de orgullo de las mujeres que se niegan a ser silenciadas sobre la violencia de género, la violación y el abuso sexual a menores; será la que haga que las supervivientes del comercio sexual acaben siendo reconocidas como las expertas, y no aquellos que obtienen réditos o se benefician de la venta de carne de mujer.


https://somoslamitad.wordpress.com/2017/09/14/no-hay-que-creer-lo-que-dicen-los-lobbys-la-prostitucion-puede-ser-abolida-y-lo-sera/





Paralelismos entre el Feminismo y el MPCD (Movimiento de Personas Con Discapacidad)

Paralelismos entre el Feminismo y el MPCD (Movimiento de Personas Con Discapacidad)
Por Víctor Villar Epifanio -  15/01/2018

Aunque no suelo en mis columnas hacer reflexiones puramente teóricas, creo que es el momento para ello. Hago esto para recordar que en el Movimiento de Personas Con Discapacidad (MPCD), como todos los Movimientos Sociales que le precedieron, no está exento de posicionamientos ideológicos, basados en intereses de los diferentes sectores del colectivo y en teorías socioeconómicas ya existentes.

Partiendo de esta primera reflexión, yo, a diferencia de otros sectores del MPCD, prefiero hacer paralelismos con el Feminismo y sus diferentes tendencias, un Movimiento con 300 años de historia, que ahora parece estar pasando por una mala racha por la ambigüedad política generalizada usada como bandera por una parte de nuevos colectivos que no respetan siglos de lucha, uniéndose al capitalismo salvaje y sus lobbies en nombre de la libertad individual.


Y es que el MPCD también está sufriendo el ataque del liberalismo individual en sus filas, heredero del la moral protestante anglosajona en lo económico y en lo social de la libertad del destape en la transición en el Estado español. De este modo, por ejemplo, mientras el Feminismo debate sobre la prostitución, la pornografía o el vestido de la Pedroche, el MPCD debate sobre la asistencia sexual, que viene a ser lo mismo con otro nombre. A esto hay que añadir que ambos colectivos huimos de cuarenta años de represión del nalcional-catolicismo, en le caso de la mujer restringiendo sus derechos civiles y reproductivos, en nuestro caso, mediante la caridad judeocristiana, tratándonos de una forma pasiva en la consecución de nuestro bienestar, sin que tenga nada que ver con la consecución de un derecho. Pero, como ya es costumbre en este país, se ha optado por el efecto péndulo y se ha ido al otro extremo. De este modo, en ambos movimientos han surgido sendas ramas liberales, que, a grandes rasgos, defienden lo siguiente:




En el caso del Feminismo, la corriente liberal es representada 
por la llamada “tercera ola” feminista y
defiende posturas como: Un supuesto “empoderamiento” de la mujer a través de su sexualidad, la regulación de la prostitución o los vientres de alquiler.


En el caso de la discapacidad , esta rama está representada por el Movimiento de Vida Independiente. Este sector defiende posturas como: La eliminación del sistema residencial público en favor de los llamados asistentes personales o la asistencia sexual.

     En ambos casos, y es lo que quiero resaltar, se trata de una visión tremendamente individualista ya que se basan en visiones del empoderamiento de carácter individual. En el caso de las mujeres, según lo veo, se trata de intentar la aceptación del patriarcado hablando su propio lenguaje para que esté le conceda un trocito de su poder. Esta estrategia no es muy diferente a la de mujeres que han triunfado en política como Margaret Thacher, triunfar en un mundo de hombres adaptándose a él, solamente que, en este caso, se utiliza la propia sexualidad.

En el caso del Movimiento de Vida Independiente, se trata de una élite académica que solamente ve su situación personal, que apenas tiene contacto con la realidad de la mayoría del colectivo. De este modo, se cae en un postmodernismo activista, despreciando las políticas reales de Discapacidad y dependencia, dedicando todos sus esfuerzos a reivindicaciones que apenas benefician a un 10% de la población con discapacidad. Aquí también vemos un sálvese quién pueda o, como diría Malcolm X, una discapacidad del Tío Tom, obsesionada con encajar en la sociedad sin discapacidad.

En ambos casos, estas dos tendencias se caracterizan por:

La consecución individualista de derechos civiles. Se trata de conseguir encajar en la sociedad, no de cambiarla.

Se antepone la libertad individual a la lucha colectiva. No sé trata de cambiar el sistema para el bien común de un colectivo, sino de presumir de supuestas consecuciones individuales. En otras palabras, se ha cambiado a la lucha de las vanguardias, que busca la toma de conciencia y el bien común del colectivo, por la lucha de las élites por abrirse paso.

El protagonismo de lo económico en el campo social. En ambos casos, aquí hay que mencionar el Tercer Sector y el asociacionismo asistencial, guiado por intereses económicos o por su propia supervivencia organizativa. Mi querido Shangay Lily, en el colectivo LGTB, a esto lo llamaba gaypitalismo.


Dicho esto, tengo que confesar que estoy chapado a la antigua. Prefiero la lucha colectiva al individualismo postmoderno, prefiero la definición ideológica al supuesto librepensamiento individualista, prefiero garantizar el bienestar de todos y todas a presumir de los logros de algunos o algunas. Si eso me hace estar anclado en el siglo XIX, ser un politiquero, un colaboracionista de las “feminazis” de la Segunda Ola y un dictador de lo políticamente correcto, que así sea. Aunque creo, que más bien tiene algo que ver con qué soy socialdemócrata. En fin, tiempos modernos, nunca mejor dicho. Toca apretar algunos tornillos.

Fuente

Nota: las negritas están en el original.




miércoles, 17 de enero de 2018

¿Por que la izquierda no puede aceptar que la prostitución se construye sobre un racismo brutal?


¿Por que la izquierda no puede aceptar que la prostitución se construye sobre un racismo brutal?
12/21/2017
Julie Bindel
 Por Julie Bindel

 Traducción: Vito Pinillo
Publicación original: “Why can’t the left accept that prostitution is built on brutal racism?”



​Un entrevistado admitió abiertamente que recurría a mujeres chinas en la prostitución para realizar una fantasía que tenía de ellas. “Puedes hacer mucho más con las chicas orientales …”


Varios de los "compradores de sexo" que he entrevistado me han dicho que a menudo seleccionan mujeres específicas en base a estereotipos racistas y colonialistas. Getty

No es ningún secreto que el comercio sexual está atravesado por la misoginia. La izquierda liberal y otros llamados "progresistas" a menudo se despiden de sus principios para apoyar un comercio global multimillonario basado en el dolor y la opresión de mujeres y niñas. Esto no sorprende teniendo en cuenta el sexismo de la izquierda, pero los mismos apologistas a menudo también guardan silencio sobre el hecho indiscutible de que las mujeres y niñas negras, latinas e indígenas de todo el mundo son las primeras en ser compradas y vendidas a la prostitución.

Durante una extensa investigación para mi libro sobre el comercio sexual, he conocido y entrevistado a mujeres y hombres que se resisten a la normalización del racismo dentro de la prostitución.

Conocí a Ne'cole Daniels en 2015, sobreviviente de la prostitución afroamericana e integrante de la organización abolicionista SPACE International  en una conferencia en los Estados Unidos. Daniels lo tiene claro: el racismo sostiene los sistemas de prostitución en los Estados Unidos. "El comercio sexual es como el racismo. Están diciendo que algun@s valemos menos que otr@s".

A Pala Molisa, un académico del Pacífico y activista contra la violencia masculina de Nueva Zelanda, se le ha acusado a menudo de ser “putófobo” desde que escribió sobre la prostitución como una forma de opresión. Molisa ha sido amenazado con perder su trabajo, blanco de una campaña de hostigamiento y acoso en línea, y acusado por los propagandistas de trabajo sexual de ser un “desgraciado sexualmente reprimido”.

Molisa dice que ha aprendido de su madre y de “otras hermanas indígenas” sobre la supremacía blanca y la base colonial de la prostitución.
“No sólo queremos que se responsabilice a los hombres por reducir las mujeres a ganado sexual. Queremos que se desmantele toda la institución de la prostitución, que es la base de la cultura de la violación patriarcal colonial”, dice Molisa. “El modelo dominante de la masculinidad bajo la supremacía masculina también está determinado por la raza y la clase, por el capitalismo y la supremacía blanca”.



Bridget Perrier es una activista nativa canadiense y sobreviviente de la prostitución. En 2015, Perrier apareció en televisión en el Reino Unido debatiendo con una miembra (blanca) del “Colectivo de Prostitutas de Inglaterra” (ECP). Perrier, que crió a dos hijos de las víctimas de Robert Pickton (asesino en serie) fue acusada por la portavoz de ECP de tener “sangre en las manos” por sus campañas para criminalizar a chulos y puteros. “Esto es sólo una mierda colonialista”, dice Perrier. “Estoy harta de que me digan que la prostitución es buena para mí y para mis hermanas indígenas cuando obviamente no es lo suficientemente buena para ellas mismas”.

Courtney, también una sobreviviente nativa canadiense, me dijo: “El comercio sexual se basa en el racismo y el colonialismo, así como en la misoginia. Para las mujeres nativas y afroamericanas, y todas las mujeres y niñas de color, es otra forma que tiene el hombre blanco de tomar lo que quiere de nuestras comunidades, nuestras culturas y nuestras almas”.

Varios de los puteros a los que he entrevistado me han dicho que a menudo seleccionan mujeres específicas en base a estereotipos racistas y colonialistas. La etnicidad misma se erotiza en la prostitución. Un hombre dijo: “Yo tenía una lista de razas a probar; Las he probado todas durante los últimos cinco años, pero resultaron ser lo mismo”. Otro entrevistado admitió abiertamente que recurría a mujeres chinas en la prostitución para realizar una fantasía que tenía de ellas. “Puedes hacer mucho más con las chicas orientales, como una mamada sin condón y puedes correrte en la boca... Las veo sucias”.

La publicidad de servicios sexuales a menudo depende de estereotipos racistas y colonialistas. Durante una reunión con la Sociedad de Mujeres Asiáticas por la Igualdad en Montreal, me informaron de una investigación donde se analizaban 1.500 anuncios de prostitución en Internet. Se descubrió que el noventa por ciento de éstos utilizaba estereotipos racistas como factor de venta, como las mujeres asiáticas que se describen como “sumisas”, “exóticas”, “recién inmigradas”, “recién llegadas” y “jóvenes y con experiencia”. “Esto es lo que los hombres están buscando en las mujeres asiáticas”, dijo una miembra de los colectivos.

En el principal distrito del Barrio Rojo de Ámsterdam, donde la mayoría de las mujeres prostituidas que se muestran como carne en los escaparates de los burdeles son de Rumania y África Occidental, se ofrecen tan pocas mujeres nacidas en Holanda vendiendo sexo que los proxenetas colocan pegatinas con la bandera holandesa o “NL” (Países Bajos) en los ventanales con fines publicitarios. Las mujeres blancas holandesas se han convertido en una rareza.

La trata de esclavos está viva y goza de buena salud, pero ha sido reestructurada bajo el capitalismo neoliberal. Durante el acto de la prostitución, los cuerpos de las mujeres y las niñas son colonizados por los hombres que los usan. Cómo la izquierda puede ignorar este hecho, mientras afirma estar luchando por una sociedad igualitaria y libre de opresión, es algo que me supera. Puede que gran parte de la izquierda masculina no se preocupe demasiado por la opresión de las mujeres en situación de prostitución, pero ¿no podrían aceptar al menos, aunque sea con la boca pequeña, que el sistema prostituyente se sustenta en parte sobre un racismo brutal?


El libro de Julie Bindel The Pimping of Prostitution: Abolishing the Sex Work Myth se publicó en septiembre 2017 en Palgrave Macmillan. Los detalles del lanzamiento y del debate alrededor del tema tratado pueden encontrarse aquí. ​

Fuente

https://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/por-que-la-izquierda-no-puede-aceptar-que-la-prostitucion-se-construye-sobre-un-racismo-brutal



Los hombres no quieren ver qué hay detrás de la prostitución

ENTREVISTA - Richard Poulin, profesor emérito de la Universidad de Ottawa

"Los hombres no quieren ver qué hay detrás de la prostitución"


Richard Poulin se tapa los ojos durante la entrevista.

IRENE HDEZ. VELASCO | Madrid
02/01/2017



Richard Poulin se presenta a la entrevista con una chapa en la solapa de la chaqueta que deja ya muy claros cuáles son sus principios: "Ninguna mujer nace para puta", un lema que recoge el título del libro escrito por la colombiana Sonia Sánchez, una superviviente de la prostitución. Porque este canadiense, profesor emérito del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Ottawa y autor de numerosos libros y estudios sobre la prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, está considerado como uno de los mayores estudiosos mundiales en esa materia.

Las encuestas en España muestran como cada vez son más fuertes los llamamientos a favor de que se regularice la prostitución como si se tratara de un trabajo más. ¿Qué le parece?

Me parece una monstruosidad. Pero déjeme decirle que mientras los llamamientos a favor de una reglamentación de la prostitución son muy fuertes en Europa, son relativamente débiles en América del Norte. Además es necesario distinguir entre quienes están a favor de que no se reglamente para nada la prostitución y de quienes parten de la premisa de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, y que lo que hay que hacer es aplicarle las leyes laborales y punto. Según el razonamiento de estos últimos, los burdeles son lugares de trabajo, ambientes laborales como los de cualquier empresa, y sería ilegal la prostitución que se llevara a cabo fuera de esos lugares reglamentados. Lo que le puedo decir es que no hacer nada ante la prostitución o regularla como un mero trabajo más sería algo muy grave que haría subir de manera inaudita el número de mujeres y niñas dedicadas al sexo de pago y al turismo sexual. Y eso que ahora mismo cada vez se necesitan más prostitutas, porque cada vez son más numerosos los hombres que pagan para tener relaciones sexuales. Es algo que estamos viendo en Alemania, en Holanda, en Tailandia, en España...

¿Está aumentando entonces en España el número de hombres que pagan por sexo?

Sí. De hecho, España es el país con mayor demanda de mujeres que ejercen la prostitución de toda Europa.

¿Y cómo se explica que, en una sociedad en la que existe desde hace tiempo libertad sexual, el negocio de la prostitución sea tan suculento?

A finales de los años 70 las feministas norteamericanas ya plantearon si esa enorme libertad sexual no implicaba también una sumisión sexual, porque para que la liberación sexual sea realmente una liberación es necesario antes que la opresión contra las mujeres desaparezca, y la opresión no ha desaparecido. La prostitución de hecho es una forma de opresión contra la mujer, y sigue existiendo a pesar de que existe libertad sexual porque sigue existiendo opresión.


¿Qué les diría entonces a quienes sostienen que hay mujeres que ejercen la prostitución libremente, porque les da la gana?

Hay muchos niveles de respuesta. A nivel sociológico les diría que se sabe que buena parte de las mujeres que son reclutadas para la prostitución son menores de edad. Y se sabe que muchas de ellas son chicas que han huido de su casa porque han sufrido agresiones sexuales y que justo en ese momento en que escapan y están lejos de sus familiares es cuando son reclutadas para la prostitución. Es también por eso por lo que para ellas es más fácil hacerse prostitutas, porque para sobrevivir a las agresiones sexuales ya desarrollaron la capacidad de disociarse de su cuerpo. Piense que, según los estudios, entre un 75% y un 83% de las prostitutas fueron anteriormente víctimas de violencia sexual.

¿La prostitución es entonces una continuación de la violencia sexual?

Sí. Es complicado, pero se lo voy a tratar de explicar con un ejemplo. Cuando yo empecé a hacer encuestas e investigaciones sobre la industria del sexo, entrevisté en Canadá a varias strippers, a varias de esas mujeres que bailan desnudas delante de hombres sin que estos puedan tocarlas, sólo mirarlas. Cuando hablaba con ellas, estas jóvenes decían estar encantadas de bailar desnudas ante esos hombres que no podían tocarlas, lo consideraban como una especie de venganza por las agresiones sexuales que habían sufrido anteriormente, sentían que ahora eran ellas las que podían explotarlos a ellos... Pero después de pasar algunos meses en la industria del sexo, bailando desnudas, esas mujeres cambiaban de discurso y decían que un culo es un culo, subrayando que los hombres no van a ver mujeres, sino culos. Y lo mismo ocurre en la prostitución. Al principio hay mujeres que creen que ejercen un poder sobre los hombres, pero luego acaban dándose cuenta de que son los hombres los que tienen poder sobre ellas. Para mí en estos momentos como sociólogo es más interesante hacer entrevistas a mujeres que han sobrevivido a la prostitución que a mujeres que la ejercen. Porque las que están activas en la industria del sexo tratan de legitimar su actividad, como hace seguramente usted como periodista cuando alguien ataca a los medios de comunicación.

¿Cuál es la responsabilidad de los hombres que pagan por sexo?

Su responsabilidad es absoluta, total. Si los hombres no pagaran por la prostitución se acabaría con la prostitución, así de sencillo. Porque la industria de la prostitución se ha hecho para el disfrute de los hombres. Da igual que implique a niños, a niñas, a jóvenes de ambos sexos, a mujeres adultas... Es una industria dirigida al placer del hombre.

Y si es así, ¿por qué muchos hombres no quieren hacerse esos planteamientos? Porque no se los hacen, ¿no?

No, evidentemente no se los hacen. Como mucha gente no se hace reflexiones cuando compra una camiseta o unas zapatillas fabricadas por niños del tercer mundo. Los hombres no quieren oír ni quieren ver lo que hay detrás de la prostitución. No quieren saber que al llegar a los 16 años una de cada tres mujeres ha sufrido agresiones sexuales, lo que significa que la violencia hacia las mujeres es gigantesca. En Canadá, el movimiento feminista es muy fuerte y tenemos buenas cifras al respecto. Y si existen esas cifras tan enormes de violencia sexual es porque hay muchísimos hombres que cometen violencia sexual contra las mujeres, es posible que ascienda a un hombre de cada tres. Todo esto se lo comento para hacerle ver que las relaciones sociales entre hombres y mujeres son complicadas y que eso explica en parte por qué a los hombres les parece normal pagar por sexo. Muchos hombres siguen pensando que la mujer debe ser sumisa y que la que no lo es, se merece ser agredida.



Escuchándole resulta claro que usted está en contra de la prostitución. Pero la pregunta del millón es: ¿Cómo se puede acabar con ella?

No, no es la pregunta del millón. En realidad resultaría bastante fácil acabar con la prostitución si se implantara el modelo sueco. Ese modelo, que se aplica en Suecia desde 1999, penaliza al proxeneta y penaliza a los clientes de la prostitución, pero no a las mujeres que ejercen la prostitución. Además, lo que también es importante es que ofrece medios a las mujeres que quieren salir de la prostitución, muchas de las cuales no tienen estudios porque como ya le he dicho fueron captadas con 14 o 15 años. Asimismo, el modelo sueco también cuenta con programas educativos en las escuelas dirigidos a evitar que el día de mañana las niñas puedan ser reclutadas para la prostitución y que los niños puedan convertirse en clientes de prostitutas, en prostituidores. Gracias a todo esto, el número de mujeres que se prostituyen en Suecia ha bajado muchísimo, así como el de hombres que pagan por sexo. Allí, por ejemplo, ya no hay trata de mujeres, porque para los proxenetas no resulta rentable.
Sin embargo, lo que muestran las encuestas en España y lo que denuncian numerosos especialistas es que cada vez más jóvenes consideran el sexo de pago como algo normal, como una forma de diversión, de ocio...
La prostitución está banalizada y la industria del sexo y de la pornografía aún han banalizado más la prostitución. Podríamos definir a la pornografía como propaganda de la prostitución, y cada vez son más los jóvenes que consumen pornografía y a edades más tempranas. En Canadá, por ejemplo, la edad de los violadores ha bajado.


Usted también relaciona capitalismo y prostitución. Sin embargo, la prostitución existe desde siempre, desde mucho antes de que surgiera el capitalismo...

Sí, pero lo que ha hecho el neoliberalismo es impulsar esa idea de la que hablábamos al principio de que la prostitución debe desregularse. El neoliberalismo considera que cada uno es responsable de lo que hace, y según esa premisa las mujeres que se prostituyen son responsables de prostituirse. Antes se reglamentaba la prostitución por cuestiones de higiene y de salud pública, para evitar la propagación de enfermedades venéreas. Hoy se desregula porque se considera que quien la ejerce lo hace libremente. Es una diferencia enorme.


https://amp.elmundo.es/sociedad/2017/01/02/58692f5f468aebbd108b45e0.html?__twitter_impression=true




Putas, putas

Putas, putas
La única voz que se permite es la de las putas contentas, no la de aquellas que cuestionan el sistema prostitucional
Respuesta al artículo de Gabriela Wiener 'Hola, puta'
Beatriz Gimeno


Beatriz Gimeno   - Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid
15/12/2017 -


Ya soy mayorcita, la palabra puta no me asusta, no me da morbo, no me parece guay, ni sexy. He superado la etapa juvenil de espantar a los conservadores contando hazañas sexuales. No quiero hacerme la moderna, ni la guay, contando mis prácticas sexuales, que son muy raritas (uy, ya lo he dicho), porque creo que no viene al caso.

Soy una mujer adulta y feminista, no más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Y me gustaría que fuéramos capaces de hablar de la prostitución sin decir simplezas y complejizando la cuestión como se merece. Esto es, entre otras cosas, sin apelar siempre y casi de manera exclusiva a la experiencia individual. Porque eso es lo que solemos hacer cuando hablamos de cualquier otra institución política, dejar a un lado, o dejar para otro debate, la experiencia individual. Al menos eso es lo que hacemos las personas que creemos que los problemas políticos deben abordarse desde lo social y lo estructural, y no desde lo individual, como quiere el neoliberalismo y como hacemos cuando hablamos de prostitución.

No es que lo personal no importe, que naturalmente que importa; y más en una experiencia como esta, tan dura, tan connotada. Pero no podríamos hablar de ninguna institución (ni de política) si únicamente apeláramos a la experiencia personal de cada una de los millones de mujeres que en el mundo son putas; que lo son en todos los países, en países ricos y pobres, en situaciones terribles la mayoría y en situaciones mejores otras; habiendo sido engañadas, esclavizadas, explotadas o habiéndolo escogido dentro de sus limitadas opciones. Siempre que hablamos de otros derechos, de otras instituciones políticas o sociales, de otras luchas, tenemos en la cabeza una idea del bien común y de transformación social, eso es el feminismo. Pero en la prostitución no sólo no podemos debatir acerca de eso, sino que al contrario, parece que huimos de ese debate para enfrentar los casos particulares de unas contra otras (“yo lo elegí y me gusta”, “yo lo viví como un infierno”); o para recriminar a otras que no hablen del asunto porque no son putas, mientras que parece ser que contratar a una sí que te permite hablar del asunto porque te da un conocimiento profundo del tema. Según esto los puteros son los más cualificados para hablar de la prostitución.

Lo cierto es que ya ese mismo debate está sesgado porque las putas no tienen en absoluto una única opinión sobre la prostitución; pero lo que sí ocurre es que sólo unas pocas tienen acceso a la palabra pública. Normalmente las que están en mejor situación, las que son pagadas por la industria para decir lo que sea, las que están en situación de poder elegir, las que dicen lo que buscan los medios o los programas de televisión, las que coinciden con la deriva mercantilista de la vida que se promociona desde el sistema. La mayoría no tienen ese privilegio, y si alzan la voz son acalladas. La única voz que se permite es la de las putas contentas, no la de aquellas que cuestionan el sistema prostitucional. Luego está la voz de las que no somos putas. Pues lo mismo: Yo en cambio creo que de la institución de la prostitución podemos hablar todas las mujeres, como del matrimonio, el amor romántico, la lactancia, o el trabajo doméstico. Porque son instituciones políticas que nos incumben a todas.



La prostitución es casi la única institución patriarcal que no logramos politizar para el debate; por algo será. La prostitución, junto con el matrimonio, es una institución que se crea para regular el acceso de los hombres al cuerpo de las mujeres de manera ordenada. Para eso sirven las instituciones, para ordenar los comportamientos sociales y evitar la violencia. La prostitución pone a los hombres en un sitio y a las mujeres en otro; es nuestro cuerpo aquel que es el objeto de regulación, no el de los hombres. Es nuestro cuerpo al que ellos acceden pagando. Y eso tiene un significado concreto y tiene unos efectos muy concretos también: materiales y subjetivos. El bien común en disputa aquí es el de la igualdad entre hombres y mujeres. Porque, de nuevo, es esa idea de igualdad la que las feministas tenemos en mente cuando hablamos del amor romántico, del sexo, del matrimonio, de la maternidad, etc.; entre todas debatimos y pensamos qué hacer con estas cuestiones para que, al final, avancemos hacia una mayor igualdad social entre hombres y mujeres.

Ahí es donde hay que preguntarse si la prostitución como institución es una rémora para la igualdad o es un apoyo a la misma. Curiosamente, Gabriela Weiner eso lo sabe y así lo reconoce en su artículo. Reconoce que una cosa es el debate sobre lo personal y otro debate es el de la institución. Muy bien, estamos de acuerdo, queremos debatir sobre la institución. Ella admite que dicha institución cosifica y es perniciosa para la igualdad… pero de ahí no se sigue, según ella, nada; no hay una sola propuesta para combatir una institución que dificulta la consecución de la igualdad; ni una sola propuesta que nos permita avanzar hacia su desaparición. ¿Por qué combatimos todas las instituciones patriarcales excepto esta? Las razones son muy complejas y no caben en este artículo, pero algo tendrá que ver que esté por ahí el interés de uno de los negocios, de las industrias transnacionales, más grandes que existen. Un interés que, por cierto, jamás se hace visible como tal porque siempre pone a empleadas suyas como pantalla. Esto tampoco ocurre en ningún otro debate en el que esté implicada una multinacional, en ninguno. Cierto que en todos los debates políticos, los patronos, los dueños, las empresas, intentan pasar desapercibidos, pero no les dejamos. En este sí, y con la colaboración de gente que se supone de izquierdas. Deberíamos pedir a la industria del sexo que hable en su propio nombre y así todas sabríamos quién defiende qué intereses. La desaparición de la mano que mueve los hilos del debate público es lo que hace que este esté viciado, nunca sabes con quien estás debatiendo.

La propuesta de regular los derechos laborales y las comparaciones con otros trabajos que hace Weiner, no sabemos de dónde viene más allá de que esta exigencia es un mito. Hay muchas putas que no quieren que se regulen sus derechos laborales y hay muchas asociaciones que no desean tal cosa. La mayoría también quiere que no se las persiga, que no se las explote, que no se las detenga, que no se las expulse. En España, la prostitución no es ilegal y quien quiere, puede inscribirse como autónoma y acceder a los mismos derechos que otras trabajadoras. Otras no quieren regularse de ninguna manera porque lo que quieren es ahorrar lo más posible en el menor tiempo posible también, no quieren pagar impuestos, no quieren estar controladas. La mayoría además, no quiere darse de alta como “trabajadoras sexuales”, no quieren depender de un empresario, no quieren estar en un puticlub, no quieren que dicha calificación penda sobre sus vidas para siempre. Regular es regular la actividad empresarial en este caso. De hecho, hace años que se fundó una sección sindical para trabajadoras sexuales y no se apuntó nadie (o casi nadie) y así ha sido en otros países también. Lo que las regulaciones vienen a regular, en realidad, son relaciones de explotación; lo que las regulaciones hacen es facilitar la vida a los empresarios. Me parece que Weiner no ha hablado con muchas putas (más allá de una a la que contrató)


Ya casi nadie dice (ni siquiera las defensoras de la prostitución) que este sea como cualquier otro trabajo. No es lo mismo mamar una polla que pasar la fregona. ¿Por qué? Porque así es el sexo, ese significado tiene en nuestra cultura, así lo hemos construido. Si fuera lo mismo entonces también sería lo mismo que un jefe te toque una teta o un codo. Y no es lo mismo. Las putas son mujeres como cualquier otra, el sexo significa lo mismo para ellas que para cualquier otra mujer, Su subjetividad también se construye en parte ahí. Las mujeres no tenemos ningún gen que nos haga más agradable el sexo sin deseo; no más agradable que a ellos. Los hombres deberían probar a chupar coños de mujeres a las que jamás desearían. Muchos al día, años, deberían probar a dedicarse a ello, deberían probar a que esa fuese la única opción cuando son pobres. Mientras ellos tengan otras opciones y nosotras no, me permito sospechar y, como feminista, protestar.

Hay muchas profesiones feminizadas, sí. Y como feministas lo denunciamos. Analizamos por qué están feminizadas y tratamos de que no lo estén, no sólo de ofrecer más o menos derechos a las mujeres. Y lo cierto es que casi todas esas profesiones pueden pensarse reversibles, excepto la prostitución. Si pudiéramos poner a los hombres en la situación de la mayoría de las mujeres en prostitución es posible que el patriarcado no existiera. El patriarcado es un patriarcado sexual, la sexualidad es una frontera para hombres y mujeres. La prostitución no es reversible porque la ideología que la sustenta es la frontera que pone a los hombres en un lado y a las mujeres en otro: sujeto/objeto; el patriarcado es el que decide qué cuerpos son más valiosos que otros, cuáles son mercantilizables y cuáles no.

Queremos politizar la prostitución y sacarla de las experiencias personales, como hacemos con las cuestiones políticas.¿Por qué no nos preguntamos por el papel que juega en la desigualdad, para qué fue creada, por qué se mantiene? ¿Por qué no nos preguntamos por qué su uso no para de crecer cuanto más iguales y más libres son las mujeres? ¿Por qué no nos preguntamos si el hecho de normalizar y legitimar la prostitución tiene o no tiene algún tipo de consecuencia en la consideración social de las mujeres? Ya hay muchos estudios sobre eso. O si esto tiene alguna consecuencia en la manera en que los hombres aprenden a relacionarse con las mujeres. ¿Podemos o no podemos analizar qué papel que juega en la expansión de la prostitución que detrás de ella esté la segunda empresa transnacional en importancia? ¿Podemos hablar de cómo se construye la sexualidad masculina y la masculinidad en su conjunto y ver cómo se relaciona con la prostitución? ¿Podemos preguntarnos qué papel juega la prostitución en la desigualdad global cuando el Banco Mundial recomienda a los países pobres que dediquen a las mujeres a esto como manera de reducir su deuda? 

¿Tiene esto consecuencias en la situación de las mujeres y niñas de esos países? ¿Podemos preguntarnos por qué sólo escuchamos a aquellas que dicen estar a gusto pero por qué no sufrimos con las que narran experiencias terribles? ¿Qué nos pasa para llegar a bloquear la empatía con estas? 

Si lo pensamos con desapasionamiento veremos que la palabra “puta” está tan connotada desde el punto de vista de la transgresión sexual (y esta es percibida como positiva en un mundo hipersexualizado) que esta connotación bloquea mucha de nuestra capacidad de empatía. Hemos visto a la gente salvando refugiados, pero nunca hemos visto a nadie entrando en los puticlubs a preguntar cómo se encuentran las mujeres que están dentro. Algo nos pasa con este debate. Yo lo que quiero es discutir de la prostitución desde una perspectiva social y política, y no personal y neoliberal.

Fuente:

http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Putas-putas_6_718888139.html